Washington, DC - A medida que las empresas tecnológicas desarrollan sofisticados robots diseñados para minimizar los daños medioambientales, se acelera la carrera por extraer metales valiosos de los fondos oceánicos. Pero a pesar de estas innovaciones, sigue preocupando el impacto ecológico a largo plazo de perturbar ecosistemas hasta ahora intactos.
Principales conclusiones:
- Nuevos sistemas robóticos para reducir el impacto ambiental de la minería submarina
- Continúa la polémica sobre los posibles daños ecológicos
- La normativa internacional prevista para este año podría dar luz verde a las operaciones comerciales.
- La volatilidad del mercado plantea preguntas acerca de la viabilidad económica
La creciente demanda mundial de metales raros utilizados en las tecnologías de energía renovable y la electrónica se ha convertido atención a las profundidades del mar, donde los nódulos polimetálicos—patata de tamaño de rocas que contienen metales como el manganeso, el níquel, el cobalto, el cobre y se encuentran esparcidas a lo largo de extensas áreas de suelo del océano.
Avances tecnológicos
Empresas como Impossible Metals están desarrollando robots con inteligencia artificial diseñados para minimizar el impacto ambiental. Sus sistemas utilizan cámaras y sensores para detectar la vida marina y evitar molestar a las criaturas del lecho marino.
"Estos robots representan un avance significativo en la minimización de la huella medioambiental", afirma Oliver Gunasekara, CEO de Impossible Metals. "Nuestra tecnología alcanza una precisión 95% en la detección de formas de vida de 1 mm o más".
Otras empresas están explorando distintos enfoques, como dispositivos basados en sierras y sistemas de succión diseñados para reducir la alteración de los sedimentos. The Metals Company, respaldada por Gerard Barron, antiguo inversor de Nautilus Minerals, está desarrollando maquinaria que recogería nódulos y los transportaría a buques de superficie con una alteración mínima del medio ambiente.
Las Preocupaciones Ambientales
A pesar de estas innovaciones tecnológicas, muchos científicos siguen mostrándose escépticos sobre las afirmaciones medioambientales de la industria.
"Incluso con la tecnología más avanzada, la extracción de nódulos destruye el sustrato del que dependen muchas criaturas de los fondos marinos", afirma Jessica Battle, de la iniciativa mundial de conservación de los fondos marinos del WWF. "Estos ecosistemas son poco conocidos y muy vulnerables".
Los estudios de anteriores experimentos mineros muestran cicatrices que permanecen en el lecho marino durante décadas. En 1979, las huellas dejadas por la maquinaria minera en el Océano Pacífico seguían siendo visibles 40 años después, y la fauna no se recuperaba totalmente.
Viabilidad económica
La volatilidad de los mercados de metales también plantea dudas sobre la rentabilidad de la minería de aguas profundas. Algunos analistas sugieren que los beneficios económicos podrían no compensar los costes medioambientales.
"El análisis del mercado muestra que la escasez de suministro de estos minerales puede no ser tan grave como se pensaba", afirma Lea Reitmeier, de la London School of Economics. "El argumento comercial no es tan sólido como afirman sus defensores".
Panorama normativo
Se espera que la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos publique en julio el primer conjunto de normas para la explotación minera comercial de los fondos marinos. Esto podría abrir la puerta a las operaciones comerciales, aunque los grupos ecologistas abogan por una moratoria hasta que se realicen más investigaciones.
La industria minera de aguas profundas se encuentra en una coyuntura crítica, con la innovación tecnológica creando nuevas posibilidades mientras las cuestiones medioambientales y económicas siguen sin resolverse. Mientras las empresas se preparan para una posible aprobación reglamentaria, el debate sobre la conveniencia de extraer estos recursos sigue intensificándose.
¿Qué opina? ¿Es sostenible la explotación minera de los fondos marinos o debe evitarse por completo? Comparte tu opinión. En las profundidades de nuestros océanos se esconde un tesoro de minerales, pero ¿a qué precio para el planeta?