La economía de China se expandió 5,2% en el segundo trimestre de 2019, según revelaron el martes datos oficiales, lo que supone una desaceleración respecto al crecimiento de 5,4% registrado en el trimestre anterior. La segunda mayor economía del mundo sigue lidiando con los efectos combinados de una prolongada disputa comercial con Estados Unidos y los persistentes desafíos en su sector inmobiliario nacional, que han atenuado las perspectivas de crecimiento general.
Las tensiones comerciales y los aranceles lastran el crecimiento
El actual conflicto comercial entre Estados Unidos y China ha contribuido significativamente a enfriar el impulso económico de China. El presidente estadounidense, Donald Trump, amplió hasta el 12 de agosto el plazo para que China alcance un acuerdo comercial global que ponga fin a una escalada arancelaria que ha disparado algunos gravámenes por encima de 100%.
"El aumento de los aranceles está distorsionando los flujos comerciales e impidiendo la inversión", afirmó Dan Wang, director para China de Eurasia Group. "Creemos que China defenderá un suelo de crecimiento de alrededor de 4% este año, que sigue siendo el umbral mínimo políticamente aceptable". Señaló que, aunque el objetivo oficial de crecimiento de China se sitúa en torno a 5%, es cada vez más probable que no se alcance esta marca dadas las presiones externas.
Desde principios de 2018, Washington ha impuesto aranceles sobre aproximadamente $360 mil millones en bienes chinos, con algunos gravámenes que alcanzan los 145%. En represalia, Pekín ha promulgado sus propios aranceles, incluido un gravamen de 125% sobre determinadas importaciones estadounidenses. Estas medidas recíprocas han creado una incertidumbre generalizada, no sólo para los exportadores, sino también para las cadenas de suministro mundiales conectadas con China. Además, Estados Unidos ha puesto en el punto de mira a países con estrechos vínculos económicos con Pekín, ampliando los aranceles a socios comerciales aliados, lo que complica aún más el comercio internacional.
El sector inmobiliario lastra la demanda interna
Los retos internos de China siguen siendo pronunciados, especialmente en el mercado inmobiliario, que tradicionalmente ha sido un importante motor de la expansión económica. Una prolongada crisis caracterizada por la caída de las ventas inmobiliarias y el endurecimiento de las condiciones crediticias ha mermado la actividad de la construcción y la confianza de los consumidores. Esta ralentización del sector tiene efectos dominó en las industrias conexas, como la producción de acero y cemento, lo que agrava los vientos en contra del crecimiento.
Los analistas advierten de que la dependencia de los continuos estímulos gubernamentales sólo puede compensar parcialmente estos efectos. Pekín ha anunciado una serie de medidas de apoyo, como recortes fiscales selectivos y gasto en infraestructuras, para estabilizar el crecimiento en medio de presiones externas e internas. Sin embargo, la eficacia de estas intervenciones sigue siendo objeto de escrutinio mientras prosigue el reequilibrio económico.
Intervenciones gubernamentales y perspectivas económicas
Los dirigentes chinos han actuado con decisión para proteger a la economía de contracciones más bruscas. Las medidas han incluido el aumento del gasto fiscal, la relajación de la política monetaria y ajustes normativos destinados a reducir los costes empresariales. Estas políticas han ayudado a China a evitar una ralentización más severa, reflejando un cauto optimismo en los círculos gubernamentales a la hora de sortear las incertidumbres comerciales.
"La frágil tregua en las conversaciones comerciales con EE.UU. ha ofrecido un respiro, pero persiste el riesgo de escalada", dijo Zhao Chen, economista senior del Centro de Investigación Económica de China. "Los mercados están en vilo, y el crecimiento sostenido por encima del 5% es cada vez menos alcanzable a medida que se suaviza la demanda externa".
Economistas de distintos organismos internacionales han revisado a la baja sus previsiones de crecimiento del PIB de China para este año. El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó recientemente una tasa de crecimiento de 6,2% para China en 2019, una desaceleración en comparación con años anteriores, mientras que los analistas nacionales sugieren que la cifra real puede estar más cerca o por debajo de 5%.
Contexto histórico y global
El rápido ascenso económico de China en las últimas cuatro décadas ha sido una piedra angular del crecimiento mundial, sacando a cientos de millones de personas de la pobreza y transformando el panorama geopolítico. Unas tasas de crecimiento anual que superan habitualmente el 6% han contribuido a mejorar el nivel de vida y a ampliar la influencia de China en los mercados internacionales.
Sin embargo, en los últimos años se ha producido un cambio hacia una "nueva normalidad" de crecimiento moderado, a medida que el Gobierno intenta que la economía pase de la industria manufacturera basada en las exportaciones al consumo y los servicios. La tensión añadida de una prolongada guerra comercial con Estados Unidos ha perturbado esta transición, suscitando inquietud sobre la resistencia del modelo económico chino.
El conflicto arancelario de 2018-2019 representa una de las disputas comerciales más importantes desde la Segunda Guerra Mundial, con implicaciones que van mucho más allá de los dos países implicados. La tensión ha repercutido en los mercados financieros mundiales, las cadenas de suministro y las empresas multinacionales. Los analistas advierten de que las tensiones comerciales prolongadas sin resolver corren el riesgo de socavar la estabilidad económica mundial.
Perspectivas de las partes interesadas y perspectivas de futuro
Las empresas de ambos países expresan su creciente preocupación por la incertidumbre que rodea a las conversaciones comerciales. James McGregor, Presidente de la Cámara de Comercio Americana en China, declaró: "Las empresas se enfrentan a complejos retos a la hora de gestionar las repercusiones arancelarias y los cambios en la cadena de suministro. La prioridad debe ser lograr un entorno comercial estable y basado en normas".
Mientras tanto, los responsables políticos chinos subrayan la importancia de mantener la estabilidad social y salvaguardar el empleo en medio de las presiones económicas. Se espera que los dirigentes den prioridad al consumo interno y a la innovación para mantener el impulso económico mientras sortean los vientos en contra del exterior.
De cara al futuro, los economistas prevén que la fecha límite de las conversaciones comerciales en agosto será un momento crítico. Si no se llega a un acuerdo a largo plazo, podrían producirse nuevas escaladas arancelarias, lo que podría situar el crecimiento de China por debajo del suelo de 4% citado por los expertos.
Mientras la economía mundial se enfrenta a crecientes incertidumbres derivadas de las tensiones geopolíticas y la volatilidad de los mercados, el seguimiento de la trayectoria económica de China sigue siendo esencial para los responsables políticos y los inversores de todo el mundo.
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